Aroma de Vainilla .-

Últimamente he tomado una costumbre en cuanto al ejercicio de la lectura y es que leo por pares ¿qué significa eso? Es así, una vez que comienzo con un autor por alguna circunstancia que todavía no logro clarificar, inmediatamente me veo impelida a escoger otro y llevar ambas lecturas en paralelo. En el recorrido por supuesto me doy cuenta que uno de los libros puede ejercer mayor influencia que el otro y es por ello que resulta lógico que el paralelismo mencionado no sea una cuestión equilibrada.

Me sucedió con la dupla Cortázar – Huxley, donde el primero acaparó en gran medida  mi bitácora de viaje con el artificio de la Rayuela, no fue hasta que tuve bien adelantada la historia de La Maga y Oliveira que pude contrastar la sociedad de castas que propone Huxley, en un mundo sin aparentes utopías, donde en contraposición a la propuesta cortazariana, las emociones son reducidas a la mínima expresión, donde el cientificismo más puro con un alto grado de refinamiento, dicta las pautas de las generaciones que se van incorporando a un mundo donde la felicidad es una marca, una franquicia. 

La introducción anterior aplica también al aroma de vainilla que deseo reseñar en este post, ya que tal esencia me sugirió poesía y es así que mi atención se dirigió a un libro de poemas que sugieren exilios, mudanzas internas, traslados geográficos, movimientos constantes de escenarios, refugios escondidos en el espíritu,  porque Isabel con su historia de vainilla y la psicología de los personajes, sugiere mucho de lo que acabo de enumerar. ¿El libro de poemas al que hago referencia más arriba? Exilios –Poesía Latinoamericana del siglo XX de Marina Gasparini Lagrange-

Entonces, ¿qué sucede con el aroma de la vainilla que identifica a este artículo? Es el nombre con el cual Isabel Martínez Barquero, escritora española, de Murcia específicamente, bautiza su reciente libro. Me intrigaba la lectura de esta novela, porque conozco a Isabel desde su blog “El cobijo de una desalmada” y apreciaba el  estilo de transmitir sus pensamientos a través de la palabra escrita que prodiga en el portal ya mencionado. El libro en cuestión está claro que no lo iba a conseguir en Venezuela, así que Amazon se constituyó en el intermediario que permitió que dicha obra llegara a un maravilloso artilugio electrónico que sirvió como plataforma de lectura. Es aquí, donde debo reconocer que la tecnología se instrumentaliza de una forma estupenda. 

La novela narra la historia familiar de las mujeres Abellán en tres etapas históricas, finalizando el siglo XIX, primera mitad del siglo XX y segunda mitad del siglo XX. Este orden cronológico no es llevado de forma estricta a lo largo de la lectura, por tanto el lector debe estar atento a algunos saltos hacia atrás, ya que la narradora omnisciente, en este caso Mercedes, se regodea en recuerdos pretéritos desde una posición en presente que no abandona y que le permite incluso sacar conclusiones, acerca de las consecuencias afectivas y emocionales que significaron tantos acontecimientos familiares dentro de su esencia como mujer que se posiciona en ese presente narrativo.

Me sorprendió gratamente que un hombre sea identificado con este aroma dentro de la historia y recurrí a una esencia de vainilla que tengo en mi gabinete de cocina para recrear mis sentidos dentro de la historia que se plantea inicialmente entre Julia Abellán y Segundo Ortega. ¿Por qué afirmo que recrear mis sentidos? No encuentro otra forma de describir el carrusel de aromas y sabores que sugiere la escritora cuando describe especias, plantas, platillos espléndidos cuidadosamente preparados, postres, frutas, vegetales, entre otros. Lo interesante del asunto es que todo lo anterior está vinculado a pasiones muy fuertes que enmarcadas dentro de la realidad de una España de fines del siglo XIX, contrastan notablemente con las costumbres y la acción correctamente adecuada en una sociedad caracterizada por el conservadurismo y los prejuicios.

Julia Abellán la siento particularmente como la gran protagonista y el eje propulsor de las acciones que se sucederán a lo largo de las siguientes generaciones. Sus principios tan estrictos con respecto a la ética del corazón, de una forma muy paradójica contribuyeron en alimentar esa pasión matrimonial que la rutina sentencia a muerte con el tiempo. Al principio critiqué sus marcadas convicciones en cuanto a la virginidad y todo lo que ello implicaba, más sin embargo el desenlace de esa primera parte me llevaron a valorar su conducta de otro modo. Es necesario considerar el contexto histórico y el fuero interno del personaje.

La historia de Mercedes, hija de Julia, por momentos me pareció salida de una situación algo rosa cuando conoce a Don Félix, luego el desenlace de los acontecimientos me llevaron a concluir que la trascendencia de las relaciones establecidas dentro de su entorno, desde su adolescencia hasta su edad madura son el devenir de sucesos que rayan dentro del amor ideal que lucha en un mundo áspero, cruel, donde la realidad de la esencia humana y sus propios conflictos  se empecinan  en negarle el camino más adecuado hacia un estado de bienestar y felicidad con la familia recién formada. 

La hija de Mercedes, Berta, posteriormente proyecta en parte esta herencia familiar, cuando los avatares del destino la sumergen en un remolino de hechos fatídicos, la fuerza y entereza que había demostrado dentro de la historia hasta esos momentos, súbitamente se empaña con una rendición inminente, porque los sucesos son de tal trascendencia que le sumen en una actitud de llegar a un límite, es como tantear una cornisa y observar el abismo muy cerquita.

Aroma de vainilla, me reconcilió con la vida simple, con paisajes que desde sus descripciones sugieren tranquilidad y sosiego aun cuando no fuera así exactamente en las humanidades de sus personajes. Aroma de vainilla reafirma, desde la habilidad que demostraba Mercedes ante los fogones, que la comida puede ser ese elemento de unión entre afectos. 

Gracias Isabel, debe ser maravilloso que una persona pueda ser recordada desde el aroma de vainilla que desprende su cuerpo, es una característica que sugiere un no sé qué especial dentro de la historia. 


Comentarios

  1. Estimada Solange: A mí también me ocurre que leo varios libros a la vez, en ocasiones hasta cuatro y cinco, con lo cual entiendo perfectamente lo que tú haces. Combinar "Aroma de vainilla" con poesía, me parece exquisito y me honra, que la poesía es la más alta manifestación de la literatura cuando es buena. Y desde luego que en la novela se dan exilios, interiores y exteriores, y apartamientos en el propio interior. (Me ha encantado lo que señalas).
    Me agrada que te haya gustado que un hombre (el patriarca Segundo Ortega) llevara impregnado en la piel el aroma de vainilla. De hecho, él es el transmisor de dicho aroma a sus descendientes. Y me parece un auténtico lujo que acudieras al aroma de vainilla para ambientarte mientras leías la novela, sobre todo su primera parte, donde el olor de las especias es omnipresente con la tienda de Segundo.
    En general, tu reseña me parece magnífica. Me ha gustado mucho, Solange, y ya mismo la enlazo en mi blog, en el apartado "Reseñas y menciones de mis libros". Es una suerte para mí contar con ella.
    Me siento feliz por haberte llegado, por haberte transportado durante el tiempo de lectura a los escenarios de la novela,,,, por todo.
    Gracias y un beso enorme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí Isabel, me ha resultado todo un desafío asumir más de una lectura a la vez y en este caso, cuando lo hago por pares me permite introducir elementos de cada uno de los autores en cuestión, estableciendo una urdimbre maravillosa. En el caso de Aroma de Vainilla, los poemas que recopila Marina en su libro enmarcan estupendamente el lienzo de emociones de tus personajes ¿por qué lo veo así? el exilio, el destierro, el insilio, son manifestaciones de traslados que producen transformaciones en la identidad de una persona y me parece que esto ocurre en las Abellán especialmente.

      Eliminar
  2. Me encantó la reseña y mucho más haber leído esta preciosa novela, que ahora muchos entenderán cuando digo que deja huellas. Cada vez que enciendo una vela de vainilla... inevitable es recordar la historia.
    Isabel ya sabe que pienso sobre su escritura. Es un placer leerla.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Kary, te agradezco mucho que hayas pasado por acá y que el motivo haya sido esa novela que tanto disfrutaste. Saludos y un abrazo igualmente.

      Eliminar
  3. É um prazer para mim poder desfrutar suas palavras.
    Bjs

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Iluminando con ideas...

Entradas populares de este blog

Empujando una carreta de....¿sueños?

Tener la sangre dulce

Dar la espalda ...